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A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra.
Bien puede pesarle a todos los demonios, pero en mí no tendrán jamás cabida.
Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad.
Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida.
Deseo que todos sepan el bien para alegrarse, y el mal para remediarlo, si aman a su patria; así que nada oculto ni ocultaré jamás.
El honor y el premio son los resortes para que no se adormezca el espíritu del hombre.
El miedo sólo sirve para perderlo todo.
El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente.
En mis principios no entra causar males sino cortarlos.
En vano los hombres se empeñan en arrastrar a su opinión a los demás, cuando ella no está cimentada en la razón.
Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase el bien público estaba a todos instantes ante mi vista.
Esta paz tan estimable se compra al duro precio de la sangre y de la muerte.
El honor y el premio son los resortes para que no se adormezca el espíritu del hombre.
El miedo sólo sirve para perderlo todo.
El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente.
En mis principios no entra causar males sino cortarlos.
En vano los hombres se empeñan en arrastrar a su opinión a los demás, cuando ella no está cimentada en la razón.
Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase el bien público estaba a todos instantes ante mi vista.
Esta paz tan estimable se compra al duro precio de la sangre y de la muerte.
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