Poné play - Discurso de Perón 17 de octubre de 1945

jueves, 7 de agosto de 2008

Tolerancia no es respeto

Es increíble el torrente de conceptos que estructuran nuestra vida. Vida que al fin al cabo encierra un complejo concepto, que no es necesario conocerlo para poder vivenciarlo, pero sin embargo al dejarlo atrás, es decir no saber fehacientemente de que nos habla, comenzamos, sin querer, o queriendo para otros, a dejar atrás, a la suma de estructuras que nos podrían servir como guía, para alcanzar su verdadera naturaleza, su verdadero temple.
Que terrible resulta, me resulta, le resulta a eso mucho más de lo que escapa a mis narices, tener que tratar con palabras, las cuales suelen estar institucionalizadas en la neutralidad de lo obvio cotidiano, y que cuando la usamos ante un verdadero cazador de significados, paladeamos que hay muchas cosas que pensamos conocer y que simplemente son abarrotamientos de construcciones que sólo llegan desgajadas o devaluados ante nuestros domesticados oídos.
Sentirse parte no es sólo emitir sonidos, es intentar degustar eso tan sabroso como temible que es nuestro idioma, tan temible y sabroso como los pensamientos que estos dibujan en la realidad tridimensional, y que se pinta muchas veces de múltiples colores, y por lo cual no alcanzamos a comprender en su totalidad. Entonces nos queda, la comodidad de repetir sonidos, sin pedir, por pudor o ignorancia, que nos permitan las herramientas que nos permitan poder dimensionar que es eso tan terriblemente fantástico y complejo llamado castellano.

Situación de mujeres de histeria en ascenso, por un atropello más de los hombres de este mundo machista, junto a otras mujeres trepadas en un palo mayor, por encima en la ubicación espacial avícola, denunciando con ahínco a esos chovinistas, que saben asqueroso y mucho más cuando sin pudor puedan llegar a llevar turbante.
Hablaban, o no se escuchan entre todas, sobre una mujer que en nuestro pasado cercano en el África tendría que ser lapidada por un caso de infidelidad.
Si bien me considero entre los que consideran (valga lo que tenga que valer) que nadie puede quitarle la vida a nadie, el planteo de intervención para evitar desde”nuestro iluminado occidente científico y racional, ” ante “la barbarie mística y animista del atrasado mundo musulmán”, poder salvar a esa pobre mujer, me puso más que nervioso y contrariado. Nunca dude que esa era una pobre mujer y que sería terrible que perdiera su vida, pero lo que si llenó mis alforjas de dudas y me caló en los huesos fue intentar responderme más allá de “las mujeres en lucha”, si yo debería o podría desde mi lejana aldea más allá del océano, más allá a miles de kilómetros, poder levantar un juicio sobre el proceder de todas esas personas, y si estaría bien, a pesar de no conocer la cultura, avasallar un pensamiento divergente.
No obtuve respuesta ese día, o me otorgué alguna muy precaria para sacarme del paso, es más durante años no pude articular algo parecido a una reflexión profunda sobre el tema más que una que otra frase remanida y elogiable, paredes de bar adentro., sobre el tema en cuestión.
Cómo no era la primera vez que tendría que vivir sin certezas me propuse olvidar por un tiempo sabiendo que muchas más vendrían a mi cabeza. Pero como Dios existe y habla napolitano a los gritos desde Sudamérica (Mutti dixit), a resumidas cuentas es argentino, por fin detrás de las fauces de un literato y de un espacio de comunicación profunda entre pares, la duda se hizo de vuelta y retomé aquel camina andado.
En aquellos momentos me sentí frente a una actitud de intolerancia de un grupo de mujeres frente a unos intolerantes varones chauvinistas que pretendían con una práctica propia del mundo antiguo matar a una de su mismo género. También me sentí, con ganas de llamar, a este mundo femenino, a que tomara distancia y desistieran de avasallar a otra cultura distinta con muestras del más mínimo respeto por la misma y lo diferente.
A partir del recuerdo de todo esto me metí de lleno a analizar aquel debate de tema controversial. Y al reconstruir, en la medida de lo posible, aquella charla, pude determinar que parecían tres conceptos como cultura, intolerancia y respeto, los cuales utilizo, o mejor dicho utilizamos gran parte del medio que me rodea y a ciencia cierta poco sabemos sobre los mismos.
De tarea impostergable me serví de lleno a intentar conceptualizar de la manera más acabada estos conceptos de la mano de “Cinco escritos morales” de Humberto Eco, “La tolerancia” de Iring Fetscher, “Tolerancia y Respeto” de Antonio Escotado, entre otros. Tal vez una vez apoyado en la pluma de estos autores y con los conceptos más claros, me haría sobre mis recuerdos para deconstruirlos y reconstruirlos, y así alcanzar una idea más clara sobre quién en eso momento estuvo equivocado, las mujeres o mi persona, o si se podría hablar de equivocados, o no equivocados.
La lectura, fuente impostergable de saberes, rápidamente me permitió asumir a la cultura como: un todo en si mismo, inherente al hombre, que presente particularidades diferentes según el colectivo humano que la construya. De esto pude desgranar, que las particularidades que hacen a la misma son fruto de una construcción singular de un determinado grupo, que le permitió y le permite leer la realidad desde un cristal claro, pero que a la vez se puede volver difuso a la lectura de otro grupo distinto. Andamiajes diversos, en pos de realidades diferentes como una globalidad de personas en movimiento que se forja de las costumbres, religiones, simbolismos, etc.
La tolerancia mucho más amplia desde su uso corriente en los disímiles discursos de la Ilustración desde los siglos XVII y XVIII, ya sea en lo político, social o religioso, nos acerca desde su etimología a distintas ideas; tolle en latín significa “quítate”, mientras que en castellano medieval toler significa “inservible” lo cual desde su génesis nos separa en un parte aguas de lo que se entiende como respeto ya que este deviene de respectus que significa en latín “consideración miramiento”. Desde una literal lectura de origen, tanto tolerancia como respeto no se condicen ya que ambas apuestan a conceptualizar formas de lectura diferentes tanto en la forma de leer como de tratar al otro.
En la tolerancia se denota cierto grado de jerarquía del sujeto tolerante para con la persona cuestionada, como si el primero desde un pedestal o escalón abalado por una única verdad, que está entre sus manos, acepta en su error a ese otro ignorante, bárbaro o disminuido. De ahí la construcción no ilógica de una de las tantas miradas despectivas a la hora de aceptar al mundo musulmán, judío, y a los migrantes e inmigrantes.
Mientras que respeto, marcando una mirada por momentos opuesta a la tolerancia, plantea una mirada de igual, sin la necesidad imperiosa de perder prejuicios pero a sabiendas que el otro que está frente de mí sufre, ríe, llora y libra carcajadas como cualquiera al margen de su religión o lugar geográfico del que sea originario. Asumiendo que una cultura diferente es sólo una mirada distinta construida a lo largo del paso de los años y la cual es válida como cualquiera.
Retomando los conceptos, y lo que implica cruzarlos y desandarlos para llevar adelante una deconstrucción del planteo de aquellas mujeres, pude determinar que si bien las culturas en sus no iguales planteos no tienen porque ser seriamente cuestionadas desde la compleja mirada de otra, por una posición ególatra, sí desde el respeto se puede opinar sobre estas. Esta opinión no se debería tomar como algo rayano al irrespeto o como el avasallamiento del otro, sino como la posibilidad de acercar otra mirada desde otra perspectiva, y a sabiendas de las múltiples perspectivas, sumar para enriquecer.
No aceptar otra cultura y cuestionarla en todos sus planteos, no dista mucho de la posición fundamentalista de pensar que por ser una construcción ajena no debe ser analizada ni cuestionada bajo ningún punto de vista.
Las mujeres aquél día tenían razón, y yo estaba equivocado. Ellas desde una sociedad liberal democrática tenían todo el derecho de condenar y pedir por la vida de otra mujer, sea cual fuera su religión, patria o realidad geográfica, porque no planteaban tolerancia para la par de su género sino respeto por el principio fundamental que hace a la conservación de nosotros como especie “la vida”.
Y además, también me resultó no cuestionable su posición al mirar hacia atrás y saber que el tiempo nos demostró con muchos tristes y terribles casos que no se puede ser respetuoso y medido con los intolerantes y sus medidas intolerantes, ya que de la debilidad de las personas con códigos de respeto y convivencia han permitido el nacimiento y proliferación de esvásticas, muchas manos turcas con sangre Armenia, entre otros miles de casos que siempre es bueno recordar para asumir con toda la fuerza este tipo de situaciones para evitar que se repitan. Como nos dice Per Ahlmark desde “la tragedia de la tolerancia: la conciliación de las tiranías”: no se puede ser tolerante con los intolerantes, con aquellos se forjan en la violencia y la opresión.

Bibliografía
ECO, Humberto, “Cinco escritos morales”, Lumen, Barcelona, 1998.
FETSCHER, I, La tolerancia, Gedisa, Barcelona, 1994.
PÉREZ LUÑO, A, “La fundamentación de los derechos humanos”, en Estudios Políticos, Madrid, nº 35.
ESCOHOTADO, A, “Tolerancia y respeto”, S/D
PERROT, M; LEPENIES, W y otros. Capítulo segundo “El archipiélago de la intolerancia”, S/D
CBC, EGB 3. Diseño curricular jurisdiccional. Gobierno de la provincia de Santa Fe.

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